Contenido del Blog
▼
16 junio 2010
09 junio 2010
"MAdrese e hijas" Por M. Russell Ballard, Del Quórum de los Doce Apóstoles
Jovencitas, sus madres las adoran y ven en ustedes la promesa de futuras generaciones. Todo lo que ustedes logran, cada desafío que superan, a ellas les brinda un gozo puro. Y del mismo modo, las preocupaciones y las penas deustedes son las preocupaciones y las penas de ellas.
Amen a su madre, mis jóvenes hermanas; respétenla, escúchenla, confíen en ella; tiene su mejor interés en mente; se preocupa por su seguridad y su felicidad eternas. Por lo tanto, sean amables con ella y sean pacientes con sus imperfecciones, porque las tiene. Todos las tenemos.
Una hija aprende a cuidar al ser cuidada por medio de la relación de madre e hija. La hija recibe amor y enseñanza, y experimenta personalmente lo que se siente al tener a alguien que se preocupa lo suficiente por ti para corregirte, al mismo tiempo que sigue alentándote y creyendo en ti.
Recuerden, hermanas, Dios es la fuente de todo poder moral y espiritual. Se nos otorga el acceso a ese poder al concertar convenios con Él y al guardar esos convenios. Madres, enseñen a sus hijas la importancia de hacer convenios, y después muéstrenles cómo guardar esos convenios de manera que ellas deseen vivir dignamente para ir al templo.
Todos los jóvenes tendrán mayores probabilidades de hacer y guardar convenios si aprenden a reconocer la presencia y la voz del Espíritu. Enseñen a sus hijas sobre las cosas del Espíritu; diríjanlas hacia las Escrituras; bríndenles experiencias que les ayuden a atesorar las bendiciones del poder del sacerdocio en su vida. Al guardar convenios, aprenderán a escuchar la voz del Señor y recibir revelación personal. Dios de verdad escuchará y contestará sus oraciones. El lema de la mutual de 2010 se aplica a nuestros jóvenes así como a todos nosotros: “[Esfuérzate] y [sé] valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo dondequiera que vayas” (Josué 1:9). Esto los guiará de manera segura a las bendiciones de la casa del Señor.
Asegúrense de que ellas sepan que el guardar los convenios constituye el camino más seguro hacia la felicidad eterna; y si fuera necesario, enséñenles a arrepentirse y a permanecer puras y dignas.
Amen a su madre, mis jóvenes hermanas; respétenla, escúchenla, confíen en ella; tiene su mejor interés en mente; se preocupa por su seguridad y su felicidad eternas. Por lo tanto, sean amables con ella y sean pacientes con sus imperfecciones, porque las tiene. Todos las tenemos.
Una hija aprende a cuidar al ser cuidada por medio de la relación de madre e hija. La hija recibe amor y enseñanza, y experimenta personalmente lo que se siente al tener a alguien que se preocupa lo suficiente por ti para corregirte, al mismo tiempo que sigue alentándote y creyendo en ti.
Recuerden, hermanas, Dios es la fuente de todo poder moral y espiritual. Se nos otorga el acceso a ese poder al concertar convenios con Él y al guardar esos convenios. Madres, enseñen a sus hijas la importancia de hacer convenios, y después muéstrenles cómo guardar esos convenios de manera que ellas deseen vivir dignamente para ir al templo.
Todos los jóvenes tendrán mayores probabilidades de hacer y guardar convenios si aprenden a reconocer la presencia y la voz del Espíritu. Enseñen a sus hijas sobre las cosas del Espíritu; diríjanlas hacia las Escrituras; bríndenles experiencias que les ayuden a atesorar las bendiciones del poder del sacerdocio en su vida. Al guardar convenios, aprenderán a escuchar la voz del Señor y recibir revelación personal. Dios de verdad escuchará y contestará sus oraciones. El lema de la mutual de 2010 se aplica a nuestros jóvenes así como a todos nosotros: “[Esfuérzate] y [sé] valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo dondequiera que vayas” (Josué 1:9). Esto los guiará de manera segura a las bendiciones de la casa del Señor.
Asegúrense de que ellas sepan que el guardar los convenios constituye el camino más seguro hacia la felicidad eterna; y si fuera necesario, enséñenles a arrepentirse y a permanecer puras y dignas.